martes, 31 de mayo de 2011

CONCLUSIONES

A lo largo de la pequeña investigación realizada he intentado conocer en profundidad el uso de los medios por parte de dos JUM con ACI. Como indico en el trabajo escrito, no es mi intención generalizar la información y las conclusiones extraídas, aunque sí me parecen relevantes para un posible estudio posterior.

Por lo que he podido comprobar, el uso de los medios en los alumnos con ACI no difiere del uso de los/as alumnos/as sin problemas de aprendizaje. Debemos destacar que, en referencia al uso de los medios, los alumnos con ACI no muestran dificultades diferentes a alumnos/as sin problemas de aprendizaje. Tras investigar superficialmente el uso de los medios en alumnos/as sin ningún tipo de problema de aprendizaje, y profundamente el uso de los medios en los dos sujetos con ACI, no podemos relacionar de manera directa las dificultades en el uso de los medios y los problemas de aprendizaje.

Podemos basar este hecho en que, como sugiere Prensky, debemos hablar en términos de sabiduría digital (Prensky, 2010 en Aparici (coord.), 2010).  El autor explica que “la sabiduría digital es un concepto doble: se refiere, en primer lugar, a la sabiduría que se presenta en el uso de la tecnología, con el que nuestra capacidad cognoscitiva llega más allá de nuestra capacidad natural. Y en segundo lugar, a la sabiduría en el uso prudente de la tecnología para realzar nuestras capacidades” (Prensky, 2010 en Aparici (coord.), 2010: 93). Tomando como base estas explicaciones, podemos determinar que cada persona ‘llega más allá de su capacidad natural’ y ‘realza sus capacidades’ de manera personal: es imprescindible tomar en cuenta la diversidad y declarar que cada persona tiene su ritmo, sus capacidades, sus limitaciones, sus dificultades… independientemente de la sabiduría digital que desarrolle. Dicho de otro modo, y como dice Prensky, en la era digital, “la tecnología es y será un medio de ayuda muy importante en la formación de nuestra sabiduría” (Prensky, 2010 en Aparici (coord.), 2010: 94) y nos ofrece y ofrecerá herramientas para poder desarrollar nuestras capacidades; pero cada persona, cada alumno/a, las desarrollará a su manera, y eso no depende de las dificultades de aprendizaje, sino de las características de cada persona.

Los/as jóvenes de hoy en día, han crecido en un ambiente rodeado de herramientas tecnológicas, en la era de Internet. Este singular hecho los dota de un relativo fácil manejo de las herramientas. En ningún momento afirmo que la competencia digital sea algo innato en los/as JUM, pero es indiscutible que la cercanía con los medios digitales les ha hecho más competentes en su manejo. Esto no difiere en los alumnos con ACI: el contexto social es el mismo, los estímulos son los mismos… Por lo tanto, podríamos decir que su posibilidad de acceso, aprendizaje y uso es el mismo. Esta coyuntura es palpable en el caso de las redes sociales, donde los alumnos objeto de la pequeña investigación llevada a cabo y los/as alumnos/as sin problemas de aprendizaje se relacionan y utilizan Tuenti de la misma manera: juegan, chatean, suben fotos…

Llegados a este punto, debemos hablar necesariamente de la paradoja de los problemas de aprendizaje en la era digital: los alumnos con ACI no tienen problemas relevantes en el uso de los medios digitales (por ejemplo, comprender y utilizar de forma efectiva Tuenti); pero sí muestran profundas dificultades en el uso de los medios tradicionales utilizados en el proceso de enseñanza-aprendizaje (por ejemplo, en la comprensión de un libro).

Ante esta situación, tenemos que resaltar la importancia de la utilización de las TIC en el contexto educativo, ya que pueden ayudar a alumnos como los que son objeto de esta pequeña investigación a desarrollar motivación por lo aprendido y capacidades que no consiguen desarrollar con los medios tradicionales. Y es que, como dice la UNESCO, “aunque existe un importante discurso sobre la presencia y utilidad de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TIC) en la sociedad actual y sobre sus aportaciones a la educación, apenas hay presencia de las TIC en el sistema educativo en general y, menos todavía, una integración curricular en cuanto a las relaciones tecnología-alumnado” (UNESCO, 2010 citado en Alba, Bernal y Roig, 2011: 120).  Podemos añadir que, en el caso de la educación especial, la integración de las TIC lleva un ritmo más pausado.


Esta situación debe cambiar. Quizá, la paradoja la creamos nosotros/as, los/as docentes. Quizá, nos centramos demasiado en las limitaciones de los alumnos con ACI. Quizá no tenemos en cuenta que, utilizando en el proceso de enseñanza-aprendizaje otros medios más acordes a lo que ellos utilizan habitualmente, podemos ayudarles a desarrollar y amplificar sus capacidades.


Lo que está claro es que los problemas de aprendizaje deben mirarse desde un prisma reductor, en el que no extrapolemos esas dificultades a ámbitos como el del uso de los medios. Los/as docentes debemos ser conscientes del potencial que tiene esta generación en el uso de los medios: debemos valernos de ese potencial y garantizar una educación acorde a él. De esta manera, les daremos herramientas para ser un poco más libres en un mundo lleno de etiquetados sin fundamento.


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